jueves, 30 de junio de 2011

En la encrucijada

Las multitudinarias movilizaciones populares van poniendo cada vez más en la encrucijada a todos los actores: el gobierno está en la encrucijada, los políticos están en la encrucijada, el país mismo está en una encrucijada.

Así como han sido históricas las marchas, por lo masivas, por lo alegres, ingeniosas e innovadoras, por lo ajenas al compromiso partidista que tenían antes, etc., así también se van transformando en históricas las demandas. Cada día son más y más las personas que se suman a este "grito" juvenil que se va transformando en un grito de país.

En la marcha de hoy jueves, más multitudinaria que la de hace dos semanas, se calculan al menos 100 mil personas en Santiago y otros tantos miles en todas las ciudades del país. Y no solo han participado los jóvenes, los estudiantes secundarios y universitarios. Se han incorporado los profesores, los padres y apoderados, los rectores y muchos alcaldes, en el ámbito de los directamente relacionados con la educación. También los empleados fiscales y trabajadores de distintos ámbitos.



Y el gobierno no sabe qué hacer. El ministro de Educación intenta "bajarle el perfil" a las movilizaciones, argumentando que no todos los estudiantes están en las calles, pero es una excusa burda. Finalmente tuvo que salir Piñera a proponer cosas, ante la ambigüedad del discurso de Lavín, y ofreció para las próximas semanas iniciativas específicas sobre algunos de los planteamientos de los estudiantes, tratando de salvar al ministro estrella de la UDI.

El gobierno no sabe qué hacer ni qué decir y la oposición tampoco, porque como bien se lo empiezan a decir los estudiantes, en 20 años no hicieron lo necesario para fortalecer la educación pública y mejorar su calidad. Son cómplices del lucro, del endeudamiento desorbitante de miles de familias para que sus hijos puedan estudiar una carrera profesional o técnica.

Pero en lo principal, se nota que los personeros de la derecha están perdidos, desestabilizados, no saben responder. Ven miles de gente en las calles de todas las ciudades y no lo pueden creer, pero no hacen nada, no se les ocurre nada más que tonterías, argumentos ridículos, como varios de los expresados por el alcalde de Santiago en los últimos días o el mismo ministro. Solo el alcalde de Puente Alto, Ossandón, parece tener más claridad sobre la trascendencia de las demandas populares y sobre cómo la injusticia y la inequidad extrema de la sociedad chilena han incubado una protesta que impulsan los estudiantes pero que cruza toda la sociedad y su modelo de desarrollo.

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