domingo, 23 de octubre de 2011

Los cuicos contra los flaites

La situación vivida en Chile el domingo anterior es a lo menos ignominiosa. La policía cercó los barrios de los ricos para protegerlos y evitar que las hordas de pobres lleguen al estadio del equipo de los ricos, por el miedo a los supuestos saqueos, apedreos, robos y, quizás, malos olores, malas palabras y gritos poco agradables a sus bien cuidados oídos.

Esto, que está dicho con un tono un poco burlesco es de verdad dramático, en tanto demuestra cómo se vive y siente en Chile la discriminación de clases. A diferencia de otros países, en que la discriminación es racial (la sufre la población negra y los indígenas, principalmente) o religiosa (contra los musulmanes sobre todo), en Chile la discriminación ha sido siempre por clases sociales. Los miembros de la oligarquía, la gente con buenos apellidos, los que detentan el poder económico y se sienten patriarcas del destino del país, discriminan al resto y lo han hecho toda la vida.

Los ricos tienen sus sistemas de salud (las isapres y las clínicas caras), sus sistemas previsionales (las afp, los seguros), sus ghettos de residencia (Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Dehesa) y todo un entramado de servicios que les permiten no "contaminarse" con el resto de Chile y vivir sin necesidad de pasar de Plaza Italia p'abajo o, quizás, de Tobalaba, Escuela Militar o Pedro de Valdivia. Porque para ellos hay chilenos de primera y chilenos de segunda. Los de primera clase sumarán un millón; los otros 16 millones somos tratados como personas de segunda clase.

Ciertamente el tema de las "barras bravas" es un problema social complejo, que no se ha sabido manejar, pues hay muchos intereses involucrados, empezando por los de los dirigentes de los clubes. Ellos son los que les han dado trigo a las barras bravas y los que no permiten poner límites a sus desmanes, porque entre esos barristas se mezclan delincuentes, flaites, encapuchados y también fanáticos normales, comunes y corrientes, que se transforman en seres violentos por influjo de su entorno. Pero la solución no está en la represión, sino en un trabajo serio, de largo plazo, que provoque cambios en la cultura deportiva. En Inglaterra se logró poner fin a los desmanes de los hooligans, pero en América Latina nadie se atreve a ponerle "el cascabel al gato".

Y entre esas barras sin duda la peor es la Garra Blanca, que son de una agresividad sin medida. Pobre del que se encuentre con esos barristas en un bus por ejemplo, tiene que soportar todo tipo de violencia verbal y muchas veces la destrucción de ventanales y otros elementos solo porque a ellos les da la gana de hacer daño, porque son prepotentes y mal educados. Y ni qué decir de su estadio, que huele a agresividad y a inseguridad para todo quien no sea colocolino ("Los de Abajo" también son barristas difíciles y agresivos, pero en grados notablemente menores a los "garreros", pues no amedrentan de la misma manera a los no azules; uno puede ir tranquilo al Estadio Nacional si no se ubica el codo sur).

Pero toda esta situación que generan las barras bravas no justifica por ningún lado la represión suifrida por los colocolinos el domingo pasado, cuando querían llegar a San Carlos de Apoquindo. Me pareció indignante ver en TV como los carabineros bajaban a los jóvenes de los buses solo porque iban con camisetas del Colo o parecían ser simpatizantes de ese equipo, porque iban tranquilos y no daban argumentos para prohibirles el desplazamiento dentro de la ciudad. ¡¡Ese es un derecho!! Además, la detención por sospecha se terminó hace varios años en Chile justamente porque daba lugar a excesos, pero como ahora se estaba protegiendo a los ricos se permitió todo tipo de arbitrariedades. Una mancha más en el historial represivo de este gobierno.

Por eso también me pareció muy interesante ver cómo los colocolinos salieron a la calle ayer a reclamar contra la discrminación que sufrieron (marcha en la que un grupo de estos hinchas quiso saquear un supermercado). La conciencia sobre los derechos ciudadanos que se ha adquirido en los últimos 20 años es un hecho relevante y ellos también pueden reclamar por sus derechos conculcados.

Las excusas que da ahora Jaime Estévez (presidente de la sociedad dueña de la U. Católica) me parecen una desvergüenza. Es muy fácil seis días después decir que lamenta lo ocurrido, cuando ya se cometió la arbitrariedad. Es una desfachatez pedir disculpas ahora.

Por último, y al margen del hecho mismo, no sé para qué querían ir a San Carlos si su equipo juega tan mal. La Cato les hizo 4-0, la semana anterior La Serena también los había goleado 4-0 y antes La Calera les hizo 3-0. Eso sin considerar que la U de Conce este año les hizo 8-1 (5-1 en el Monumental y 3-0 en Collao).

Este tema tiene muchas otras aristas a considerar, pero al menos algunas ideas quería señalar, poner en discusión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Digo esto porque la discriminación en Chile es racial, no social. Los cuicos y los flaites se diferencian por su apariencia física: los cuicos se creen blanquitos y los flaites son mulatos.
He estado trabajando el tema de la tradición africana en Chile y del impacto de la Diáspora africana en el país y me he encontrado con mucha información que deberá parecer, al menos, curiosa. Resulta que el elemento más importante en la formación del llamado "roto" chileno es el elemento negro.
La diferenciación de clases en Chile es una diferenciación racial. Y hay muchísimos elementos que lo demuestran (sacaré próximamente un libro sobre el tema en el que describo mis descubrimientos. Te mandaré una copia en cuanto salga).
Recuerdo haber escuchado varias veces, cuando chico, una expresión que se me quedó grabada, para definir a los "rotos": 'morenito de labios gruesos, por no decir negro jetón'. De todos es sabido que Víctor Jara era odiado por la oligarquía no tanto por ser comunista, sino más que nada porque era la epítome de "lo popular": hijo de un minero de Lota, morenazo, de nariz anchota, de labios gruesos y de pelo ensortijado: un mulato oscuro donde se le ponga. Negar que la ascendencia de Víctor Jara es negra, negrísima, afrodescendiente por donde se le mire, es no querer ver lo obvio. Hay una sóla razón por la que el pueblo chileno se identifica con ciertos personajes (Víctor Jara, Palmenia Pizarro, Mario Kreutzberger o el Chupete Suazo), mientras que la oligarquía se identifica con otros (Gloria Simonetti, Los Huasos Quincheros, Cecilia Bolocco o Alberto Fouilloux): la apariencia física que los distingue, unos mulatos, negros y los otros blanquitos, europeos. La discriminación en Chile es de razas.
Cuando alguien cambia de vereda en la noche en Chile porque desconfía de la persona que viene por el mismo lado, le mira el color de la piel, no el apellido, y se asusta de los negros. Me consta.

Un abrazo, como siempre
Jorge S.

Renattus ® dijo...

Jorge,
Sabemos que los procesos sociales no son unidireccionales ni unidimensionales, que hay múltiples elementos y variables que influyen en su origen, desarrollo y efectos, que es difícil saber en qué proporción aporta c/u a ese hecho social.

Yo creo que las discriminaciones raciales en Chile provienen de la dicotomía españoles-mapuche de hace siglos, acentuadas con las migraciones de alemanes, yugoeslavos y chinos (principalmente), instalados en diversos lugares del país en el siglo XIX.

Sin embargo, insisto e insistiré en que la discriminación hoy es social. Un Chile es el "de Plaza Italia p'arriba" y otro Chile es el del resto. No se juntan, no se tocan y se expresa a diario en la televisión, en la publicidad y en muchas otras cosas.

Puede que tenga en sus orígenes los elementos afro que tú indicas, pero eso hoy no se manifiesta así, no se manifiesta racialmente, se manifiesta socialmente, entre unos que ""tienen" y otros "que no tienen".

Los ejemplos pueden ser innumerables y también las lecturas. Yo creo que en el que tú pones, la gente cambia de vereda porque piensa que el que viene de frente puede ser un delincuente, sin importar la tonalidad de su piel.

En cuanto a aquello de los 'morenos de labios gruesos', siempre lo he escuchado en Chile en relación a los mapuche y no en relación a los afrodescendientes.

Y así podríamos seguir dando argumentos...
Un abrazo también,
R.