lunes, 29 de enero de 2007

Se nos viene el Transantiago

Faltan apenas unos días para que se inicie el nuevo plan de transporte público en Santiago de Chile y prácticamente no hay dos opiniones: todo el mundo cree que será un caos y que el 10 de febrero “va a quedar la cagada”. Es que el plan asusta, porque modificará de manera brusca y radical la forma en que se moviliza la población “de a pie” en esta ciudad.
El primer problema es que todos saben que viene el Transantiago pero muy pocos saben cómo va a funcionar. Hay un generalizado desconocimiento sobre los detalles prácticos de operación, porque hay problemas de comunicación, los eternos problemas que se generan en el intento de llevar un mensaje claro a la población, porque –en mi opinión– la campaña no ha sido suficientemente didáctica. Ha sido muy general y no ataca la cotidianeidad de la gente. Y si bien todos saben que ya comienza el Transantiago, muy pocos sabemos a ciencia cierta como será el funcionamiento. Movilizarse es una situación crucial en la vida diaria y la gente debe sentir seguridad de que podrá llegar sin contratiempos a su destino. Y la desconfianza que existe sobre el inicio del plan genera inseguridad. Ello va a implicar retrasos, gente que se pierda, más gastos, etc. Y la tele va a estar al aguaite de aquello que ande mal para denunciarlo con escándalo.
Luego vendrán otros problemas:
(1) que el metro no va a dar a basto: es que es iluso pensar que si ya anda repleto, con un millón de personas más cada día uno vaya a poder subirse a un carro.
(2) los nuevos recorridos: por un lado los troncales son pocos y no cubren las rutas tradicionales, mientras que los alimentadores no llevan adonde la gente va.
Esto se debe (como lo digo en un artículo anterior en este mismo blog), porque la planificación la han hecho personas que no son usuarias de la locomoción colectiva, que no tienen la sensibilidad de usar el transporte público a diario. No es suficiente que se suban de vez en cuando al metro para ir a una reunión o que hayan hecho el ejercicio de tomar algunas micros para preparar el plan o que cuenten que cuando eran cabros hayan tomado micro. La realidad de salir a las 6, las 7 ó las 8 de la mañana a pararse en una esquina a esperar una micro para ir al trabajo no se transmite de boca a boca ni se puede adquirir porque algún día un funcionario o un ingeniero salió a algún lugar “típico” (el 14 de Vicuña Mackenna o Alameda con Las Rejas por ejemplo) a ver como van las micros.
Por eso, uno se encuentra con recorridos que seguramente no satisfacerán la demanda del grueso de la población. Un caso: en el sector H, a la gente de la Caro, la Santa Olga, La Victoria y la Población Dávila les ponen recorridos que llevan a Vicuña Mackenna con Carlos Valdovinos, pero esa es una lectura absolutamente equivocada. Esta población requiere llegar a la Gran Avenida y al centro, no al paradero 5 de Vicuña. Por lo tanto, debieran haber más troncales por Gran Avenida y por Santa Rosa y los alimentadores sacar para allá a la gente.
Supongo que este aprendizaje se irá haciendo en la práctica pero es muy arriesgado lanzar un plan tan ambicioso para ir corrigiendo sobre la marcha. Porque además va a dar una imagen de improvisación que puede transformarse en una gran bola de nieve.

Monopolio en el Transantiago

Este plan de transformación del transporte público en la ciudad de Santiago fue concebido en el gobierno de Ricardo Lagos y, como todo lo que se originó allí, tiene un fin concentrador.
De los 3.000, 4 mil ó 5.000 pequeños, medianos y grandes empresarios que tenía el sistema de transporte público en la capital, la iniciativa del laguismo dejó en manos de DIEZ grandes empresas la responsabilidad y las utilidades de la movilización colectiva.
Esta es la demostración mayor de la concentración que promovió Lagos. Aunque de palabra se diga otra cosa, el gobierno de Lagos fomentó la desigualdad, permitiendo la concentración monopólica en las empresas de televisión por cable, en la aeronáutica civil, en las afp, en las cadenas de supermercados y en todas las actividades que sean rentables y en donde los grandes tiburones estén interesados en aumentar sus ganancias.
Y el Transantiago es uno de estos casos. Nos cambian a los Zárate, Gutiérrez, Castillo y miles de pequeños y medianos empresarios, por los Yuraszeck y los Héctor Moya, que son tan ricos que han podido levantar empresas de millones de dólares para cumplir las bases de licitación del Transantiago.
Así el futuro de la gente será siempre peor que el presente, pero disfrazado de modernidad.

martes, 9 de enero de 2007

Las "maravillas" del modelo económico chileno

A continuación extractaré algunos párrafos de un artículo publicado en "El Mercurio" el lunes 8 de enero, que muestra cómo avanza la concentración económica en Chile. El Mercurio intenta en su artículo, obviamente, hacer creer que no es mala la concentración, pero si ese diario lo destaca y trata de limpiar la imagen a la situación es exactamente porque está contra los intereses de la mayoría, ya que El Mercurio defiende a las minorías, a las más oligárquicas y ultraderechistas, y lo ha hecho siempre (los destacados son míos).

"Radiografía del mercado chileno:
Negocios financieros muestran fuerte grado de concentración.
"La ola de compras y fusiones que vive el mercado financiero chileno en las últimas dos décadas no sólo ha mejorado las utilidades de sus cada vez más grandes actores -gracias a las mayores economías de escala obtenidas-, sino que ha fomentado un alto grado de concentración en sus principales industrias.
"En bancos, AFP, corredoras de seguros e isapres -y, en un nivel inferior, en las aseguradoras-, al menos la mitad del mercado está concentrado en manos de las tres principales compañías. El punto más alto se da con las AFP, donde Provida, Habitat y Santa María manejan el 78,7% de los afiliados del país.
"Le siguen las isapres, donde Banmédica, ING y Consalud detentan el 64,8% de la cuota; los bancos, donde Santander, de Chile y Estado tienen el 53,7%, y las corredoras de bolsa, en donde las participaciones de Banchile, LarrainVial y Celfin suman 46,4%.
(sigue...)"

Me parecen datos decidores ¿o no?

El artículo completo está en http://diario.elmercurio.com/2007/01/08/economia_y_negocios/_portada/noticias/52B8F10E-8FFB-4DFD-89D0-C3209851692C.htm