martes, 19 de junio de 2012

La encrucijada griega

El mundo entero ha vivido los últimos meses preocupado de la crisis griega. Se habla de su inmensa deuda, del plan de rescate, de las exigencias de la Unión Europea y el FMI para conceder dicho rescate financiero, de los recortes presupuestarios y la rebaja en los sueldos, de las presiones de la Merkel, de la falta de gobernabilidad, que obligó a llamar a elecciones parlamentarias en mayo y a nuevas elecciones ahora en junio ante el vacío de poder que dejaron los comicios del mes anterior, que no dieron mayoría suficiente a ningún grupo para formar gobierno.


Las elecciones de este domingo 17 finalmente dieron ganador al partido de centroderecha Nueva Democracia con algo más del 29% de los votos, seguido muy de cerca por Syriza, de izquierda y contrario al plan de rescate, que obtuvo un 26%. Lejos quedó el antes poderoso partido socialista Pasok (el de Papandreu) con 12%.

Antonis Samarás (foto izq.), el dirigente conservador que encabezará el nuevo gobierno, se opuso hace solo tres años a las condiciones del primer plan de rescate, porque estaba en la oposición. Evangelos Venizelos, el líder del Pasok que hoy considera “una exigencia ineludible” la renegociación con los acreedores, fue el ministro de Finanzas que firmó las condiciones del segundo rescate que ahora quiere cambiar. Son las paradojas políticas que se repiten en todos los rincones del mundo, en que el discurso es uno si se está en la oposición y otro si se está en el gobierno, sin importar qué es lo que se dijo antes.

Pero Nueva Democracia y Pasok están condenados a entenderse, porque ambos partidos (especialmente el Pasok), controlaron el gobierno y el Estado en las últimas tres décadas, desde el fin de la dictadura, y son los responsables de la malversación de los fondos públicos griegos y de forjar un Estado clientelista y derrochador que condujo al país a su actual situación. Los que hace solo unos meses eran el problema ahora son la solución.

Europa y el mundo han seguido y siguen atentamente cada paso que se da en Grecia. Incluso las elecciones presidenciales en Francia, hace un mes y medio, se miraron también con un ojo en el euro. El triunfo de François Hollande se interpertó como una derrota para las políticas de austeridad y manejo fiscal impuestos por Angela Merkel. Hoy el G20 analiza los vaivenes de la situación europea, mirando los resultados en Grecia, pero también el rescate para España y la situación en Portugal e Italia.

Sin embargo, nadie habla del pueblo griego. De cómo esta crisis ha afectado su calidad de vida, cómo ha aumentado el desempleo, cómo las exigencias del plan de rescate obligaron a reducir sueldos y puestos de trabajo (ya se han despedido a 150 mil funcionarios públicos). La TV solo nos muestra cada tanto las protestas de la población griega en las calles y la represión policial. Es decir, se repite siempre lo mismo: el pueblo es el único verdadero damnificado por estas crisis del modelo y la falta de sensibilidad de los dirigentes políticos.

El mundo mira a Grecia, pero solo mira los datos macro. Las cifras micro, las que afectan de verdad a la gente, esas no son preocupación de nadie. Es la constatación más relevante de toda esta crisis. Como ha declarado Alexis Tsipras (foto der.), el líder de Syriza, la importante fuerza política de izquierda, su función no es aliarse “con los partidarios de la austeridad y del terrorismo económico impuesto por los acreedores” de la troika Unión Europea - Banco Central Europeo - Fondo Monetario Internacional.

El economista nortemericano Paul Krugman escribe en El País que para volver a los años 30 "lo único que se necesita son unas economías frágiles, un régimen monetario rígido, un debate intenso sobre lo que hay que hacer, la creencia generalizada de que sufrir es bueno, unos políticos miopes, una incapacidad para cooperar y el no anticiparse a los acontecimientos”. Poco más se puede decir...


No hay comentarios.: