Esto, que está dicho con un tono un poco burlesco es de verdad dramático, en tanto demuestra cómo se vive y siente en Chile la discriminación de clases. A diferencia de otros países, en que la discriminación es racial (la sufre la población negra y los indígenas, principalmente) o religiosa (contra los musulmanes sobre todo), en Chile la discriminación ha sido siempre por clases sociales. Los miembros de la oligarquía, la gente con buenos apellidos, los que detentan el poder económico y se sienten patriarcas del destino del país, discriminan al resto y lo han hecho toda la vida.
Los ricos tienen sus sistemas de salud (las isapres y las clínicas caras), sus sistemas previsionales (las afp, los seguros), sus ghettos de residencia (Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Dehesa) y todo un entramado de servicios que les permiten no "contaminarse" con el resto de Chile y vivir sin necesidad de pasar de Plaza Italia p'abajo o, quizás, de Tobalaba, Escuela Militar o Pedro de Valdivia. Porque para ellos hay chilenos de primera y chilenos de segunda. Los de primera clase sumarán un millón; los otros 16 millones somos tratados como personas de segunda clase.
Ciertamente el tema de las "barras bravas" es un problema social complejo, que no se ha sabido manejar, pues hay muchos intereses involucrados, empezando por los de los dirigentes de los clubes. Ellos son los que les han dado trigo a las barras bravas y los que no permiten poner límites a sus desmanes, porque entre esos barristas se mezclan delincuentes, flaites, encapuchados y también fanáticos normales, comunes y corrientes, que se transforman en seres violentos por influjo de su entorno. Pero la solución no está en la represión, sino en un trabajo serio, de largo plazo, que provoque cambios en la cultura deportiva. En Inglaterra se logró poner fin a los desmanes de los hooligans, pero en América Latina nadie se atreve a ponerle "el cascabel al gato".
Y entre esas barras sin duda la peor es la Garra Blanca, que son de una agresividad sin medida. Pobre del que se encuentre con esos barristas en un bus por ejemplo, tiene que soportar todo tipo de violencia verbal y muchas veces la destrucción de ventanales y otros elementos solo porque a ellos les da la gana de hacer daño, porque son prepotentes y mal educados. Y ni qué decir de su estadio, que huele a agresividad y a inseguridad para todo quien no sea colocolino ("Los de Abajo" también son barristas difíciles y agresivos, pero en grados notablemente menores a los "garreros", pues no amedrentan de la misma manera a los no azules; uno puede ir tranquilo al Estadio Nacional si no se ubica el codo sur).
Pero toda esta situación que generan las barras bravas no justifica por ningún lado la represión suifrida por los colocolinos el domingo pasado, cuando querían llegar a San Carlos de Apoquindo. Me pareció indignante ver en TV como los carabineros bajaban a los jóvenes de los buses solo porque iban con camisetas del Colo o parecían ser simpatizantes de ese equipo, porque iban tranquilos y no daban argumentos para prohibirles el desplazamiento dentro de la ciudad. ¡¡Ese es un derecho!! Además, la detención por sospecha se terminó hace varios años en Chile justamente porque daba lugar a excesos, pero como ahora se estaba protegiendo a los ricos se permitió todo tipo de arbitrariedades. Una mancha más en el historial represivo de este gobierno.
Por eso también me pareció muy interesante ver cómo los colocolinos salieron a la calle ayer a reclamar contra la discrminación que sufrieron (marcha en la que un grupo de estos hinchas quiso saquear un supermercado). La conciencia sobre los derechos ciudadanos que se ha adquirido en los últimos 20 años es un hecho relevante y ellos también pueden reclamar por sus derechos conculcados.
Las excusas que da ahora Jaime Estévez (presidente de la sociedad dueña de la U. Católica) me parecen una desvergüenza. Es muy fácil seis días después decir que lamenta lo ocurrido, cuando ya se cometió la arbitrariedad. Es una desfachatez pedir disculpas ahora.
Por último, y al margen del hecho mismo, no sé para qué querían ir a San Carlos si su equipo juega tan mal. La Cato les hizo 4-0, la semana anterior La Serena también los había goleado 4-0 y antes La Calera les hizo 3-0. Eso sin considerar que la U de Conce este año les hizo 8-1 (5-1 en el Monumental y 3-0 en Collao).