sábado, 4 de julio de 2009

El Cardenal pide un baño de sangre

La situación hondureña se hace cada vez más complicada a una semana del golpe de Estado. El gobierno de facto insiste en su "emperramiento" para aferrarse al poder, mientras miles de personas salen a las calles, en Tegucigalpa y San Pedro Sula principalmente, hasta ahora en forma pacífica, para repudiar el golpe y pedir el regreso del presidente Zelaya. Incluso se están acercando masivamente al sector del aeropuerto para acompañar el anunciado regreso de "Mel" mañana domingo.

El secretario general de la OEA informó hace pocos minutos a la Asamblea de la organización de sus gestiones realizadas ayer en Tegucigalpa y entre otras cosas mencionó algunas de las excusas de los golpistas que resultan risibles por lo absurdas.
Por ejemplo, que el presidente de la Corte Suprema de Justicia de Honduras justificó el golpe a través de documentos que indicarían que a Zelaya desde hace meses le seguían juicios "pero con un criterio de secretividad, por lo que no se lo habían informado al afectado" y que por eso solicitaron su detención al Ejército. El Ejército entonces entró a su casa, lo detuvo y mandó a Costa Rica. Con eso, la Corte Suprema supone que se cumplieron sus decisiones, aunque no lo enjuicien, jajajajaja.

Pero mucho más grave es lo dicho por el cardenal arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez, al leer una declaración de la Conferencia Episcopal Hondureña, porque amenaza con un baño de sangre en caso que Zelaya regrese al país. Con ello, el cardenal no solo está llamando a la represión, sino que está endosándole a Zelaya los resultados de dicha represión. Las palabras del cardenal son incendiarias, al estilo de esos fanáticos ultraderechistas de Miami o de cualquiera de nuestros países y son una manifestación explícita de su compromiso con el golpe de Estado y con la defensa de los golpistas. Es absolutamente repudiable la actuación claramente politizada del jefe de la Iglesia Católica hondureña, que repite lo que hicieron los curas argentinos durante la peor época de la represión en el Cono Sur.

Ojalá los peores augurios no se hagan realidad, pero da la impresión que los golpistas están dispuestos a cualquier cosa con tal de impedir el regreso de Zelaya, instalando un régimen de ultraderecha al mejor estilo de las siniestras dictaduras que vivió América Latina en los 70.

La unanimidad mostrada por la comunidad internacional en la condena al golpe ha sido el gran logro de esta situación. De hecho, seis días después del golpe NINGUN PAIS del mundo ha reconocido al régimen usurpador. Sin embargo este amplio consenso hasta el momento parece infructuoso, pero es una compleja situación que está en pleno desarrollo...

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