Este domingo se realizaron las elecciones municipales en Chile y aunque la derecha canta victoria alborozadamente, lo hacen con fines publicitarios, porque tienen muy poco que festejar, creo yo. Celebran por ejemplo el triunfo en la Municipalidad de Santiago, pero ya la ganaron en 2000 y en 2004, por lo que no es una situación nueva.
Está más que claro que la derecha tiene un techo. Una vez más ha perdido las elecciones y no logra pasar del 40 por ciento de los votos.
En elecciones individuales ha tenido un poco más de éxito: Pinochet obtuvo el 43% en el plebiscito de 1988 y tanto Lavín como Piñera bordearon el 48% en las segundas vueltas presidenciales del 2000 y 2006.
Pero en elecciones generales, en esas que muestran la adhesión a los partidos en todo el país, la derecha ha perdido TODAS las elecciones y esta también. En concejales las dos listas de la Concertación suman 45% y la derecha un 36% y si bien la derecha ganó por dos puntos en alcaldes, ese es un dato muy poco confiable, porque hay muchos candidatos concertacionistas que fueron como independientes y sacaron buenas votaciones y porque la Concertación cometió demasiados errores en la designación de sus candidatos a alcalde.
En Estación Central por ejemplo, estaba todo dado para el abogado de derechos humanos Hugo Gutiérrez, pero Alvear insistió en poner un candidato DC que solo le quitó votos a Gutiérrez, perdiendo por muy poco con un UDI. En Cerro Navia, con población mayoritariamente pobre, el PPD puso de candidato a un pijecito que además tiene las manos sucias con las platas de la Corfo y la Municipalidad de Viña, por sus vínculos con Inverlink. En Arica fue por fuera un PPD que ganó ampliamente, dejando al candidato oficial de la Concertación con una miseria de votos, lo que pasó también en varios otros lugares. Y dentro de ese despelote hubo dos pérdidas lamentables: Aldo Cornejo en Valparaíso y Angel Bozán en Buin, que ha hecho un gran trabajo gremial como presidente de la Asociación Chilena de Municipalidades.
Dado que estas elecciones son locales, importa mucho la buena selección de las personas que estarán interactuando ahí en el municipio con los vecinos. No es lo mismo que los parlamentarios, que finalmente "representan" a sus electores en un lugar lejano, como es el edificio del Congreso.
Con mejores candidatos la Concertación no hubiera perdido muchas alcaldías. Porque mi opinión es que no las gana la derecha por méritos propios, sino que las pierde la Concertación por las malas decisiones que dejan a merced de cualquiera cargos a los que de otra manera la derecha no accedería, porque insisto, la derecha tiene techo: del 40% no pasa, aunque indudablemente la campaña diaria de Piñera durante 6 años constituye un riesgo real.
Por lo tanto, un candidato de unidad que no sea Lagos perfectamente puede ganarle a la derecha. Y la renuncia de Soledad Alvear hoy a la presidencia de su partido y a la candidatura presidencial despejan muchísimo el camino.
En mi opinión, a la cabeza de su partido ha mostrado pocas habilidades, lo que la inhabilita para dirigir el país. No ha sabido resolver bien situaciones difíciles, como el tema de Adolfo Zaldívar o de los candidatos a alcaldes. Hablando en lenguaje de recursos humanos, se podría decir que Soledad Alvear ha mostrado pocas competencias para manejar el conflicto y para trabajar bajo presión, además que le faltan habilidades de comunicación.
En consecuencia, volviendo al título de este post, a quién castiga la votación: al gobierno en parte, porque no aumenta su apoyo; a los partidos de la Concertación, por las malas decisiones tomadas, empezando por ir con dos listas a insistencia de los siempre desubicados del PPD. Y a la derecha, porque a pesar que machacan todo el día, no logran capitalizar en votos y en respaldo ciudadano esa campaña sucia y no logran revertir la tendencia manifestada durante 19 años: su techo es el 40%. Y a esos de "Chile Primero", que apoyaron a la derecha y no le sumaron ni un solo voto adicional. Y a los colorines, que pueden aspirar legítimamente a seguir siendo un partido pequeño y sin peso político, pero existir al menos.
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