sábado, 16 de diciembre de 2006

Pinochet y el miedo

Cuando se elevó el helicóptero que transportaba el ataúd del general Pinochet, apenas terminada la ceremonia en la Escuela Militar, quedó en evidencia su miedo. El mismo miedo de todos los dictadores del mundo. Miedo a que les hagan lo mismo que ellos hicieron con sus adversarios políticos. Y de ahí los guardaespaldas, los automóviles blindados y las extremas medidas de seguridad.
Ni siquiera en el patio de honor de un recinto militar, el ocupante del ataúd estaba seguro. Los hombres de negro flanqueaban la cureña mientras los cadetes le rendían honores. Y tal como se transportó su cuerpo de noche, casi clandestinamente, desde el hospital hasta la capilla ardiente, luego el helicóptero lo llevó hasta el crematorio. Miedo a la calle, a la gente que camina libremente por las calles. Y hasta tuvo que renunciar al panteón que ordenó construir a fines de su régimen. Miedo a la tumba, terror a que mañana su esqueleto sea asaltado por el “enemigo”. A que lo hagan desaparecer como él lo hizo con los cuerpos de tantos prisioneros políticos.
(...)
Ese temor pinochetista es el que, ciertamente, entorpece la reconstrucción de una democracia que garantice los derechos de todos sus ciudadanos, que respete todo tipo de diversidades y que construya cimientos sólidos de justicia social, eliminando situaciones de pobreza que son tan inhumanas como impresentables.

Por Patricia Verdugo. El artículo completo se puede leer en http://es.arcoiris.tv/modules.php?name=Lettere&op=esteso&id=133

1 comentario:

Anónimo dijo...

y van a seguir si ya murió y ya no los matará