Que bueno que Pinochet se murió ahora y no seis meses antes. La presidenta Bachelet ha tenido una actitud consecuente y decente que me deja un sentimiento de tranquilidad. No son necesarios los discursos retóricos ni grandilocuentes cuando los hechos demuestran lo que se piensa. Tampoco es necesario hablar de más del muertito si todos sabemos lo que ella piensa de ese señor (y por más detalle, Belisario Velasco se encargó de recordarlo por su cuenta y riesgo).
Si no lo recuerdan, Lagos fue al funeral de Hugo Banzer a Bolivia, ¡¡que vergüenza!!, la brutalidad más grande que pudo haber hecho de las muchas cagadas que se mandó. Banzer, dictador sanguinario como Pinochet, Videla, Stroessner y los demás con los que montaron el Plan Cóndor de exterminio. A ese hijo-de-puta fue a despedir Lagos. Y con ese precedente, me temo que si Pin-8 se hubiera muerto en su gobierno, la actitud hubiera sido mucho más condescendiente con el pinochetismo.
Pero por suerte le tocó a Bachelet. A ella le podrán decir que es débil, que es callada o que le falta liderazgo, pero en este episodio, el más difícil que le tocaría enfrentar a cualquier gobierno, ha actuado con principios y con prudencia. Incluso la ministra Blanlot (que siempre he pensado que está en el puesto equivocado) tuvo una actuación digna y transparente en el complicado escenario de la Escuela Militar.
Espero que este evento, que sabíamos que llegaría algún día pero que todos esperaban que le toque al otro, sea el punto de partida para que el gobierno se asiente y Bachelet se dé cuenta que tiene un mérito que le da un valor distinto: tener principios, ser honesta y consecuente.
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