Caminaba siempre mirando cuidadosamente las veredas. Este lo recojo, porque no lo tengo; este sí lo tengo, pero lo recojo igual, me sirve para intercambiar.
Siempre me llamaron la atención los diseños, los coloridos y los juegos de imágenes de los boletos de micro: los escolares con sus cuadernos, las series fotográficas de los El Golf, las adivinanzas y los mensajes en los reversos, los conejitos de la Pedro de Valdivia, los perros de los Chena.
Los boletos de micro son parte de lo que se ha ido perdiendo en Santiago. Se los tragó la modernidad y la digitalización.
Este cuento lo envié al concurso "Santiago en 100 palabras" pero, muy a mi pesar, no fue seleccionado entre los finalistas; me quedé en las 99 palabras nada más... (jeje). Desde hace muchos años junto boletos de micro y eso fue lo que me motivó a escribir.
1 comentario:
que pena...pero piensa que los boletitos son lindos y los tienes tu (no me había fijado nunca) y además, en las últimas semanas llegaste a las 99 palabras, una por día
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