domingo, 12 de agosto de 2007

No todos somos gente de mierda

Ha ocurrido algo muy tremendo, por lo cruel y explícito del mensaje: un grupo de vecinos de un barrio de Santiago se ha opuesto públicamente a que la Casa de Acogida que se ubica en su sector pueda recibir a los indigentes que en estas semanas de intenso frío necesitan un lugar para no dormir en la calle.
Los vecinos de Rondizzoni han protestado diciendo que "les llevan la basura", que "se va a llenar el barrio de delincuentes y borrachos" y otras imbecilidades por el estilo, demostrando un nivel de ignorancia, discriminación y egoismo que por lo general no se expresa tan abiertamente.
Esta es la muestra más clara de lo que se ha convertido esta sociedad: gente de mierda, país de mierda, sociedad de mierda.
El individualismo ha copado todos los espacios y ha generado especímenes como estos vecinos de Rondizzoni, que solo quieren salvar su pellejo, pues ni siquiera tienen bienes que proteger, excepto sus autos, televisores y refrigeradores.
Esto me recordó un hecho ocurrido hace unos años en la población donde vivo: 36 casas pequeñas alrededor de una plazoleta rectangular. En una reunión de vecinos alguno reclamó porque uno de ellos, en invierno, puso a secar su ropa en la reja que da al espacio común. Según el reclamante, ese hecho "desvalorizaba" las casas de la villa, mostrando que para él era más importante el valor de su vivienda que el hecho que el otro vecino pudiera tener ropa seca para sus hijos pequeños.
Y lo mismo se ve en el extranjero: quienes hemos vivido fuera de Chile sabemos que los chilenos son en su mayoría conflictivos, prepotentes, discriminadores, chovinistas y creen sabérselas todas.
Pero por suerte no todos son iguales. Tanto entre la gente que vive fuera de Chile hay personas valiosas que respetan a los demás (como quienes son mis amigos y amigas y muchos otros), así como entre los 16 millones que habitan en este país también hay personas valiosas, propositivas, con inquietud y ganas de cambiar este modelo de mierda que genera a esta horda de imbéciles. Pero somos minoría y no sé si algún día logremos dar el paso que lleve a modificar estilos, conceptos, formas de relacionarse, para dejar de ser un país de mierda.
Yo no me siento gente de mierda y conozco a miles que tampoco lo son, pero hay una mayoría que sí lo es y eso asusta.

1 comentario:

fap dijo...

Me parece muy bien. Saludos