A propósito de la última opinión que agregué en este espacio, surgen comentarios y ganas de sumar elementos al análisis.
¿Cómo entender este drama en el que se debate Colombia desde hace más de 50 años?: guerrilla, secuestro, sicarios, droga y un Estado incapaz de dar garantías a todos los ciudadanos.
En el artículo anterior, mi afán no era analizar culpabilidades ni entrar en detalles sobre una situación que uno no conoce en su desarrollo diario, sino dar una opinión sobre el hecho concreto de la liberación de rehenes que estuvo cerca de ocurrir pero fracasó.
En el tema de los secuestros, uno de los grandes culpables son las FARC, porque no tienen derecho ni justificación para mantener retenida a la gente por meses y años, en clara violación a los derechos humanos más elementales. Con los años, las FARC han dejado de lado los objetivos políticos para transformar el secuestro en un medio de sobrevivencia. Pero no son los únicos que usufructan del secuestro en Colombia, desgraciadamente (ver editorial de El Mostrador de ayer 3 de enero).
El gobierno de Uribe también tiene responsabilidad, por acción u omisión, porque no da curso a una negociación que encuentre vías de solución. Su vínculo moral, intelectual o real con los paramilitares (no se puede afirmar cuál relación es, pero alguna existe y esa forma paramilitar de presentarse fue un elemento clave para ganar la presidencia, pues buena parte de la población creyó que con guerra e imposición de la fuerza el Estado podría terminar con estas lacras), así como su cercanía con los lineamientos del Pentágono y la Casa Blanca no le permiten negociar, pues Uribe aparece como inflexible y no es un interlocutor confiable. Y lo ha demostrado en las últimas semanas, creo yo.
Colombia tiene grandes cosas de las cuales sentirse orgullosa: García Márquez, Cartagena de Indias, Cali y las caleñas (que son como las flores), Santa Marta (que tiene mar pero no tiene montaña), Medellín, el vallenato, la cumbia, su café, Macondo, bellezas naturales, pero es un país del que solo se sabe por las atrocidades humanas. Y para que eso cambie (esto se ha escuchado un millón de veces) todos los actores deben aportar y ceder algo, como en toda negociación, porque mientras uno de los actores quiera imponer su único punto de vista estos dramas denigrantes como el secuestro seguirán llenándonos de angustia e impotencia.
Asimismo, es necesario decir que la vida diaria de los colombianos es normal en términos generales y se desenvuelve como en cualquier otro lugar, pero coexiste un natural dejo de intranquilidad.
5 comentarios:
concuerdo absolutamente con Jorge en su comentario al post anterior. Creo que además de los secuestrados, el pueblo colombiano es la víctima; no se puede dejar de lado a los muchos que han tenido que refugiarse en los países vecinos dejandolo todo porque huyen sea de las FARC, de los paramilitares o de los narcos.
Está muy serio este blog y cuesta despegarse como para dejar "abrazos de feliz año nuevo", pero no queda otra que hacer como que nada para cumplir con lo que manda el cariño de la amistad.
Siii, sabes que yo tenía grandes esperanzas en el éxito de la liberación de los rehenes, había puesto todas mis fuerzas mentales para que ocurriera y luego celebrar ese primer paso con un gran "FELIZ AÑO NUEVO", pero el fracaso terminó en esto "tan serio", porque como dices, el pueblo colombiano en su conjunto es la víctima. En todo caso, el cariño está siempre ahí.
Hola Renattus, un gustazo leerte, primera vez por acá. Me quedé pensando en esa terrible paradoja: vida cotidiana normal de la mayoría de los colombianos, coexistiendo con este drama humano que tan bien describes en tu artículo. Comparto el análisis, todos pierden, especialmente los rehenes y sus familias víctimas de permanente y larga violación de derechos humanos, mientras la vida común sigue su curso. Lo encuentro atroz.
Por otro lado, me preguntaba en qué momento se pudrió todo lo que tal vez alguna vez pudieron representar las FARC (sinceramente no conozco en detalle la historia de esta guyerrilla, pero entiendo que en algún momento sus banderas de luchas fueron legítimas). ¿Al caerse el muro? ¿Al vincularse con el narcotráfico? ¿O tal vez todo movimiento armado que no logra evolucionar hacia un movimiento social acaba de esta manera?
Gracias Pablo por la visita y comentarios.
Respecto a la pregunta que te haces, habría que contestar como en los fascículos de la PAA/PSU creo yo, marcar el 4: Todas las anteriores.
Es que las cosas se van pudriendo poco a poco, no es cierto, no amanecen podridas hoy si ayer estaban buenas.
Renato, digamos antes que nada que mi intencion esta vez (y todas las veces) no es la de criticarte, sino que la de mantener un dialogo que nos amplie la vision de la realidad y que nos conduzca un poquito mas cerca a ese imposible que es la verdad. Si para eso son los blogs...creo!
Al igual que a Pablo, lo primero que a mi se me vino a la cabeza fue esa famosa frase de Conversacion en La Catedral: "Cuando se nos jodio el Peru, Zavalita?".
La diferencia es que yo creo que lo de las FARC nacio podrido. Es el problema de las ideologias "totalizantes", aquellas que tienen, o creen tener, una explicion total de la realidad, que es la "aberracion mas aberrante" y perversa (en el sentido filosofico) que puede existir. Por cierto, las FARC no son el unico movimiento politico colombiano que pecan de este pecado, casi todos los movimientos politicos lo hacen. La gran diferencia de las FARC con otros es que su aberracion se ha transformado en crueldad (el placer de hacer dano fisico y emocional al opositor).
Entiendo que no era tu intencion en el primer articulo de asignar culpabilidades, pero una frase parecia eximir a las FARC de eso, culpabilidad. Me parecio fundamental expresar mi diferecia de opinion.
Por cierto que me sumo a esa "cascada" de carino que siempre cae desde tu blog. Abrazos a todos.
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