
Este llamado -al parecer tan general y ambiguo- es la más correcta forma de entender que hoy los derechos de los trabajadores no pasan por conseguir un mayor porcentaje de aumento de salarios ni por obtener de los poderes del Estado leyes que mejoren aspectos puntuales de la vida.

Las leyes que rigen aspectos esenciales de la vida, como la educación, la salud y el régimen previsional, impuestas también por la dictadura, tienen la finalidad de transformar esas áreas en actividades lucrativas, en las que los grandes empresarios pueden invertir y sacar estratosféricas ganancias, como lo muestran las universidades privadas, las AFP e isapres.
Las leyes de minería, pesca y otras que ordenan el sistema económico son también lescivas contra el interés nacional. Como ejemplo, se puede mencionar que la Constitución (sí, ¡la Constitución!) establece que cualquier decisión de nacionalización de yacimientos mineros debe hacerse cancelando no solo la inversión realizada, sino también todo lo que la empresa expropiada hubiera recaudado hasta que el yacimiento se extinga, con lo cual cierra toda posibilidad de rescatar para el país los bienes de su subsuelo.
Esta Constitución, la de la dictadura con modificaciones, las modificaciones que han podido hacerse en estos 17 años para dejarla menos autoritaria, desde septiembre del 2005 tiene la firma de Ricardo Lagos. Su afán de figurar y dejar su nombre en cada aspecto de la vida de Chile, le impidió entender que ahora él es el aval de la Constitución del 80, una Carta Fundamental ilegítima, en la que el pueblo soberano (a través de sus representantes) no tuvo participación y cuya aprobación también fue irregular, pues no fue informada y se hizo en Estado de Sitio.
Por todo esto, la movilización de la CUT, esta vez sí, apunta a los aspectos de fondo de la situación política, social, económica y cultural de Chile.
Luego de esta movilización nada cambiará, seguro, pero es una semilla que se va sembrando...