domingo, 29 de julio de 2007

Un peligro para la sociedad

Imperturbable, prepotente, despectivo, pero sobre todo intocable. Así era el general Fernando Torres Silva en los tiempos de la dictadura. Como auditor general del Ejército era quien encabezaba los juicios e investigaciones que requería Pinochet para mantener su férreo poder. Y el Fiscal Torres era uno de sus perros más fieles.
Por eso, verlo ahora detenido por orden de un tribunal que investiga las violaciones a los derechos humanos en dictadura es una alegría muy grande. Aunque esté en una cárcel de lujo, lleno de comodidades, pero está preso al fin y al cabo. Y eso era algo que supongo él nunca pensó vivir, pues era faldero del dictador.
Torres Silva es uno de los cinco o diez personajes más sombríos de la dictadura. El se sentía impune, porque no se manchaba las manos, como Krasnoff Marchenco, el guatón Romo, el Fanta, Fuentes Morrison, Alvaro Corbalán o Moren Brito, pero era el que dirigía desde atrás los operativos y ajusticiamientos (así como el cura Hasbún los justificaba).
Así ocurre por ejemplo con la investigación por la muerte del químico de la DINA Eugenio Berríos, en que Torres Silva e Ibarra coordinaron su huida de Chile y su posterior asesinato en Uruguay. O el del cabo Leyton, que fue asesinado con el gas sarín producido por Berríos, y por el que Torres ha sido por fin detenido.
Sus abogados han solicitado al juez instructor su libertad provisional y el tribunal se la ha negado, aduciendo lo que Chile sabe hace desde hace 30 años: que el Fiscal Torres es un peligro para la sociedad.

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