Me guste o no me guste el nuevo plan de transporte (que como he dicho antes NO ME GUSTA), me he dado cuenta que la única posibilidad que tenemos los que nos movemos en locomoción colectiva es esperar que el Transantiago funcione bien e –incluso– cooperar para que no sea una catástrofe, pues el fracaso del plan no sería simplemente un problema para el gobierno, sino que nos afectaría a todos los que dependemos del transporte público para movernos de un punto al otro de la ciudad.
Los errores que presente el funcionamiento del Transantiago afectarán gravemente nuestra vida diaria, alterando nuestras posibilidades de llegar al trabajo, poder salir de la casa y regresar, etc. Por esto, solo toca esperar (y ayudar si es necesario) a que el plan ande “como sobre ruedas”.
Suerte Transantiago!!, que a partir del 10 de febrero nos vamos a joder (gracias a Ricardo Lagos), pero será mejor que lo hagamos con buena cara. ¡No nos queda otra!
1 comentario:
El transantiago es un problema. Más allá de ser montado por R. Lagos, que es un accidente, es un gigantesca intervención urbana que debería ser estudiada a profundidad. Este tipo de macro intervenciones, es posible, se repitan en el futuro: cambios rápidos ante la velocidad de las amenazas a la sobrevivencia colectiva. En el diseño del transantiago, es posible, una sobredosis de mente ingenieril cartesiana, incapaces de preveer las variables que devienen de las formas de comprender de la ciudadanía, el poder de las mafias de micreros, el comportamiento y organización institucional del Estado, las prácticas depredadoras de los políticos, el precario poder comunicacional de los medios, la frágil opinión pública en la perspectiva de construir y elaborar un verdadero interés común, etc. De hecho es un ejercicio de intervención urbana de improtancia mundial ya que va a dar la pauta de lo que debe y no debe hacerse. Chile otro vez laboratorio.
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