miércoles, 17 de diciembre de 2008

No descansará en paz

Ha muerto León Febres-Cordero, por fin. Sentado junto a Pinochet debe encontrarse, repasando sus andadas, sus abusos, sus atropellos a la vida y a la dignidad de las personas.
El Ecuador ha pasado por muchas circunstancias: desordenadas a veces, de desgobierno en otras, de regímenes de derecha o de centro-izquierda; de períodos de libertad y de represión, incluyendo la dicta-blanda del Bombita y los triunviros, hasta el incalificable período encabezado por el "loco" Bucaram. Pero ninguno podrá compararse con esa especie de dictadura represiva que encabezó Febres-Cordero entre 1984 y 1988.
León ganó la presidencia con una consigna simple y demagógica: "pan, techo y empleo". Es decir, ofreció al pueblo ecuatoriano alimento, vivienda y trabajo. Sin embargo, lo que dejó su gobierno fueron dos cosas: violación de los derechos humanos como nunca se conoció en el país y robo a manos llenas de sus ministros y altos funcionarios.

La gente le dio el voto razonando que como los leoncistas eran millonarios no necesitarían robarle al Estado, pero pasó al revés (y ojo con Piñera) , como eran ricos no les bastaba robar 10.000 dólares como a cualquier funcionario "normal", robaron por cientos de millones de dólares. La mayoría de los ministros de Febres-Cordero terminó dándose la gran vida en Miami, adonde huyeron de la justicia ecuatoriana que pretendía juzgarlos por corrupción. Uno a uno iban a esconderse "al gran país de norte" con las maletas llenas, para gozar esta vida y las siguientes.

Y en cuanto a derechos humanos. Durante el régimen de Febres-Cordero ocurrieron los más graves hechos de su historia. Empezando por la desaparición de personas (Consuelo Benavides, los hermanos Restrepo, entre otros) que hasta entonces era una práctica desconocida en el país, las ejecuciones políticas (Arturo Jarrín, Ricardo Merino, etc.), la tortura y todo tipo de abusos, contra la vida, contra las personas y contra la democracia. Todo el que estuviera en desacuerdo con sus ideas era comunista, extremista y peligroso, tal cual como pensaban Reagan, la Thatcher, Pinochet, Videla y ahora Bush.
León instauró la doctrina de seguridad nacional impuesta por el Pentágono en los 70 en el resto de América Latina y su gobierno representa el más alto nivel de abusos que conoce el Ecuador en su historia. Si hasta contrató a un agente israelí del Mosad para que venga al Ecuador a montar el aparato paramilitar represivo.
En su gobierno se pasó a llevar al Parlamento, se compraba el voto de los diputados y se atentaba contra los que no se vendían. Cualquier dirigente social o político era acusado de extremista de izquierda, incluso ¡¡¡los demócratacristianos!!! si se oponían a las arbitrariedades del régimen. Nadie estaba seguro. Hasta que el gral. Frank Vargas lo retuvo en la base aérea de Taura y luego el pueblo le dijo NO en un plebiscito.
Existen tantas denuncias no investigadas sobre violaciones a los derechos humanos en ese período, que el presidente Rafael Correa creó este año una Comisión de la Verdad para que investigue específicamente los atropellos ocurridos durante el febrescorderato (aunque desgraciadamente dicha Comisión no ha logrado ponerse de acuerdo para organizar su trabajo).

Y aunque en estos días la prensa ecuatoriana solo ha mostrado al "buen" Febres-Cordero, la historia es inflexible. Para el futuro, este hombre, al igual que otros canallas, será recordado por lo que fue: un energúmeno en cuyo gobierno se saqueó al país y que persiguió sin contemplación a quien osara o se atreviera a protestar o simplemente discrepar. el pueblo ecuatoriano no puede olvidar asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, torturas físicas y sicológicas, detenciones arbitrarias, violaciones sexuales, allanamientos, amedrentamiento... terror de Estado y corrupción implementados sistemáticamente.
León Febres-Cordero debió ser juzgado en vida por los crímenes de Estado cometidos en su gobierno, pero la muerte no exime de culpas. La verdadera historia sabrá juzgarlo por sus crímenes y por sus políticas neoliberales que golpearon duramente a los trabajadores y a los más pobres.

"Cuando todos te dejen en el living
a solas con tu húmedo bigote
y la mirada opaca como nunca
y el tocadiscos que se detiene solo

mejor lo pasarías si no tuvieras
en la retina y en los tímpanos
el rostro, el puño, el alarido
del muchachito de ojos claros

...entonces, pobre hombre de mala voluntad
ni siquiera juntando todo el odio
que quede disponible en el mercado
ninguno de nosotros podrá odiarte

como vos mismo te odiarás."

De: "Hombre de mala voluntad", Mario Benedetti

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