jueves, 5 de mayo de 2011

Los yanquis no entienden de justicia

El mundo fue sorprendido... Más bien: todo el mundo nos vimos sorprendidos la noche del domingo con la noticia de la muerte de Osama Bin Laden. La primera impresión fue de incredulidad: ¿nos estarán diciendo la verdad estos gringos? Al día siguiente las dudas aumentaban: no hay cadáver de Osama, pues supuestamente fue lanzado al mar ¿podremos creer?

Con el correr de los días se han conocido más detalles: la inteligencia norteamericana habría seguido los pasos de Bin Laden desde hace unos 8 meses, luego de conseguir información bajo tortura de un prisionero en Guantánamo. Osama vivía con su esposa y varios hijos en una gran casona de un pequeño pueblo de Pakistán, a unos 60 kms. de Islamabad. Las tropas de elite yanquis ingresaron a la casa y asesinaron a mansalva a Osama, lo ejecutaron, y a algunos de sus colaboradores e hijos. Más allá del rechazo que provoca el personaje -Osama- y sus métodos de lucha, la naturaleza de la operación llevada a cabo por los seals de la Armada de Estados Unidos es un acto de incalificable barbarie.

"Se ha hecho justicia", dice Obama, pero para que se haga justicia se requiere de tribunales y jueces, procedimientos sumariales, una sentencia independiente. Nada de eso ha ocurrido ni ocurrirá en este caso. Un comando operativo es lo menos parecido al debido proceso y arrojar los restos de su víctima al mar para ocultar las huellas de lo hecho es propio de mafiosos o genocidas.
Y el poco inteligente Piñera -que parece deficiente mental cuando se trata de cosas importantes- se sumó a ese cuento y expresó su "alegría porque se hizo justicia", con lo que da a entender que para él matar a los malos es "hacer justicia" y que no entiende lo que es la justicia, cosa grave en un presidente de la República.

En realidad, lo que los gringos hicieron fue abatir y “desaparecer” a una persona, presuntamente Bin Laden, siguiendo una práctica siniestra utilizada antes por las dictaduras argentina y chilena en los años 70. Acto inmoral que no sólo ofende a las creencias musulmanas sino a una milenaria tradición cultural de Occidente, anterior inclusive al cristianismo.
Como escribió magistralmente Sófocles en 'Antígona', hace ya miles de años, privar a un difunto de su sepultura enciende las más enconadas pasiones. Esas que hoy deben estar incendiando las células del fundamentalismo islámico, deseosas de escarmentar a los infieles que ultrajaron el cuerpo y la memoria de su líder.

Barack Obama ha dicho que después de la muerte de Osama Bin Laden el mundo es un lugar más seguro para vivir. Quizás se equivoca medio a medio. Probablemente su acción no hizo sino despertar a un monstruo que estaba dormido. El tiempo dirá si esto es así o no, pero sobran las razones para estar muy preocupados.

Algunos párrafos han sido extraídos de "Rebelión" (www.rebelion.org).

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