Este plan de transformación del transporte público en la ciudad de Santiago fue concebido en el gobierno de Ricardo Lagos y, como todo lo que se originó allí, tiene un fin concentrador.
De los 3.000, 4 mil ó 5.000 pequeños, medianos y grandes empresarios que tenía el sistema de transporte público en la capital, la iniciativa del laguismo dejó en manos de DIEZ grandes empresas la responsabilidad y las utilidades de la movilización colectiva.
Esta es la demostración mayor de la concentración que promovió Lagos. Aunque de palabra se diga otra cosa, el gobierno de Lagos fomentó la desigualdad, permitiendo la concentración monopólica en las empresas de televisión por cable, en la aeronáutica civil, en las afp, en las cadenas de supermercados y en todas las actividades que sean rentables y en donde los grandes tiburones estén interesados en aumentar sus ganancias.
Y el Transantiago es uno de estos casos. Nos cambian a los Zárate, Gutiérrez, Castillo y miles de pequeños y medianos empresarios, por los Yuraszeck y los Héctor Moya, que son tan ricos que han podido levantar empresas de millones de dólares para cumplir las bases de licitación del Transantiago.
Así el futuro de la gente será siempre peor que el presente, pero disfrazado de modernidad.
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