Agradecen a los que trabajan en su rescate, a los familiares que esperan su retorno y ofrecen toda la ayuda que ellos puedan dar para cooperar desde ahí, desde el fondo de la mina, en las tareas del rescate. Así también, el relato que hacía hoy el ministro de Salud en Cooperativa, de cómo han evaluado los equipos médicos el estado de salud de los mineros también resulta conmovedor.
Y me voy a colgar de las palabras de Cristián Warnken, en El Mercurio del 24 de agosto, que escribe: "Todo ha ido derrumbándose alrededor nuestro en estos años (instituciones, convicciones, la república tal como la conocimos), pero el último derrumbe nos trajo una sorpresa inesperada, impensada...
"(...) Los mineros no están en un Infierno: somos nosotros los que estamos en él. El Infierno del sinsentido, de la falta de verdad y autenticidad. Ellos son nuestros Orfeos. Orfeo sacó a su amada Eurídice del Hades, el país subterráneo de la muerte. Ellos, con sus mensajes y sus lámparas, van a sacar a Chile de su extravío. Ellos son nuestros rescatistas.
"Hasta ahora teníamos un Bicentenario de cartón piedra, de fachada. Ahora, en esta espera, nos preparamos para nacer de nuevo. Es una espera de un largo parto. Es la tierra que va a dar a luz a 33 hombres. Pero en realidad somos nosotros los que vamos a nacer, porque estábamos dormidos y muertos. No bastó un terremoto para despertar. Necesitábamos un Gran Mito para agruparnos alrededor de él: y ésta no es una "noticia" más, sino un mito nacido del inconsciente del pueblo chileno. Como si la república quisiera nacer de nuevo, como si estos 33 mineros fueran sus hijos pródigos a punto de regresar. Y mientras no regresen, Chile no existe todavía.
"Habrá entonces que dejar hablar de Bicentenario: habrá que hablar del nacimiento de una patria nueva, una patria en gestación que se está incubando al interior de nuestras propias entrañas y alma. Una patria que gestaremos entre todos en estos cuatro meses de rescate, de rescate de nuestra propia esencia perdida. Una patria más pobre pero más rica, cuyos diamantes son los ojos de los más pobres. Una patria que quiere florecer -como desierto florido- con dolores de parto. Una patria de lámparas de minero y miradas limpias".
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