miércoles, 27 de diciembre de 2006

¿Socialistas esos?

Hace algunas semanas el senador socialista Carlos Ominami señaló a la prensa que propondría eliminar la indemnización por años de servicio que se paga a los trabajadores que son despedidos. Por solo pensarlo, a este señor debieran expulsarlo del Partido Socialista.
Cierto es que ahora algunos entienden el ser socialista de una forma bastante "light" o "renovada", pero eso no puede llevarse al extremo de plantear la eliminación de un derecho que han adquirido los trabajadores del mundo luego de innumerables luchas, de decenas de años.
Lo que no se han atrevido a proponer ni los grandes empresarios ni los más fervientes antisindicalistas del mundo, ni los Reagan, Thatcher, Bush, Luksic, Angelini, Claro, Ibáñez ni Paulmann, ni el FMI, el Banco Mundial o los pinochetistas, lo hace un senador socialista chileno, ¡¡es una vergüenza!!
¿Cómo pueden convivir con un personaje así, me pregunto, socialistas como Escalona, Alejandro Navarro, Aguiló y otros que uno supone con más principios? Me resulta inexplicable.

Pero ahí no termina todo. Ahora un difuso personaje llamado Gonzalo Martner ha hecho de tonto útil y pisó el palito diciéndole a El Mercurio justamente las cosas que la derecha quería escuchar. No entiendo como hay gente que puede llegar a tan altos puestos de poder demostrando tan poca habilidad política. ¿Es tanta su necesidad de figuración que es capaz de hablar cualquier tontera con tal de salir nuevamente en la prensa? A tanto puede llevar el ego maltrecho?
No hay explicaciones que permitan entender como estos señores se denominan todavía "socialistas" y que los socialistas de verdad (si es que quedan) no los desenmascaren. ¡Una vergüenza!

viernes, 22 de diciembre de 2006

Los periodistas deportivos, una plaga

Una vez más los periodistas deportivos dan la nota alta. Déjandose llevar por el exitismo, designaron "mejor de los mejores" a Matías Fernández, despreciando el título mundial obtenido por las hockistas. En un país en que los títulos se cuentan con una mano, el primer campeonato mundial logrado por un equipo chileno en un deporte colectivo tiene mucho más valor que el campeonato de Clausura o el subcampeonato de la Copa Sudamericana conseguidos por Colo Colo, pero los periodistas deportivos no tienen remedio y se dejan encandilar por las mediáticas actuaciones del Mati, muy buen jugador sin duda, un astro en potencia que ha hecho un año extraordinario, pero cuyas actuaciones no superan y ni siquiera se acercan a la trascendencia histórica que tiene el título mundial del hockey patín. Esas chicas se merecen una reivindicación y excusas por la falta de respecto que han cometido con ellas.
Pero esto me lleva a otras dos reflexiones que tienen que ver con estos personajes. Yo creo que la derrota del Colo en la final de la Copa Sudamericana es en buena parte responsabilidad de la prensa. Le hicieron creer al país que no había equipo mejor y nadie habló del rival ni se preocupó de ellos. Solo querían saber que iba a decir Matías o Suazo cuando recibieran la Copa. Para peor, el relato en Chilevisión (Lussinger creo era el nombre) fue absolutamente deprimente. Actuó conmo hincha y su relato fue el de un hincha y no el de un periodista. Podrían haber llamado a cualquiera de la garra blanca a relatar, porque el que escuchamos no tenía ni un atisbo de profesionalismo. El hincha se comió al periodista y todos creían que el partido era pan comido, cosa que no fue así, como lo demostró Pachuca.
Asimismo, hace 6 años, los tales periodistas deportivos hicieron otra burrada: designaron mejor deportista del siglo al más antideportivo de las "estrellas" chilenas, el chino Ríos. Ciertamente Marcelo Ríos consiguió algo notable: ser Nº1 del mundo el 98, pero eso le hacía merecedor al premio "al hecho deportivo del siglo" quizás y no al mejor deportista, sobre todo porque el Chino es la antítesis del buen deportista: cada vez que iba perdiendo se retiraba, además es muy mal educado y pareciera que solo le interesa ser un cuico malcriado. Marlene Ahrends, Elías Figueroa, Godfrey Stevens y hasta Iván Zamorano son mejores ejemplos de deportivismo y cualquiera de ellos podría ser un ícono en los que la juventud se refleje, pero no Ríos, que solo es un talentoso y muy buen jugador de tenis pero no ha sido nunca un buen deportista.
Es lo mismo que hicieron los argentinos. Designaron mejor deportista del siglo a Maradona, cuando "el 10" no ha sido ni será nunca un ejemplo de deportivismo. Su vida llena de conflictos, su afición a las drogas y sus reincidencias, entre otros casos conocidos no lo hacen un ejemplo de deportividad. Mejor futbolista de la historia argentina, eso sí, se lo merece. Porque su talento con la pelota lo tendrá siempre -por los siglos de los siglos- entre las más grandes estrellas del fútbol mundial, pero mejor jugador de fútbol y mejor deportista no es lo mismo, digo yo.

martes, 19 de diciembre de 2006

Políticas públicas de transporte

Yo me considero una persona común y corriente. No tengo auto ni cable ni tarjetas de crédito, caigo en el grupo socioeconómico C2C3 (según la clasificación inventada por los encuestólogos) y pierdo unas cuantas horas diarias en micro para ir y volver de un trabajo que únicamente me permite pagar las cuentas básicas de luz, agua, dividendo, teléfono, etc.
Por eso, yo soy uno de los miles que sentimos en carne propia el impacto de las medidas que se toman respecto a transporte público en Santiago. Por ejemplo, el impacto del ordenamiento de los recorridos de octubre 92 fue positivo. Ordenarlos del 100 en adelante y uniformizar su aspecto (todos los buses amarillos con blanco) fue una medida que puso atajo al desorden que se había generado por el crecimiento de la ciudad.
Sin embargo, las otras medidas tomadas no han tenido un impacto positivo, sino francamente negativo. Y esto, en mi opinión, se produce principalmente por un hecho bien concreto: los ingenieros que planifican y "ordenan" el transporte no usan la locomoción colectiva. Todos tienen auto y viven en el barrio alto y por lo tanto sus propuestas son teóricas y no responden a la realidad de la gente que debe movilizarse todos los días en micro.
Algunos ejemplos de estas "inteligentes" medidas han sido los desvíos de las micros que van por Alameda hacia Amunátegui y hacia Av. España. Como esos ingenieros en transporte no tienen cotidianeidad con la locomoción colectiva, a las micros que toman Amunátegui las hacen dar una estúpida vuelta por Nataniel (donde van todos los buses de Teatinos hacia Gran Avenida, aumentando el taco en forma delirante), Tarapacá y Lord Cochrane. Y a los que deben entrar por Av. España (recorridos 361, 366, 419, 346) los hacen dar una tremenda vuelta por Cumming - Moneda - Esperanza - Alameda, generando un taco a la salida de Esperanza que significa pura pérdida de tiempo, sobre todo a las 7 u 8 de la tarde, cuando la gente viene cansada del trabajo y quiere llegar pronto a su casa. Estas medidas son muy tontas. Pero se supone que los inteligentes ingenieros las pensaron con mucho detenimiento.
Igual va a pasar ahora con el Transantiago. Hay muchas medidas que significan complicarle la vida a la gente en vez de aliviársela. Por ejemplo, van a hacernos ir todos al metro, lo cual implica andar todo el día como sardina. Nos quitan opciones de movimiento. Por mi casa pasarán solo dos líneas de alimentadores, una que va hacia el metro Franklin y la otra hacia el Llano Subercaseaux, cuando en este rato por la esquina de mi casa hay 9 líneas que llevan a Portugal, Alameda, Estación Central, Apoquindo, El Salto, La Florida, Quilicura, todo Departamental, etc. Por lo tanto, para mí el Transantiago significa dos retrocesos: tener que hacer montones de cambios de bus y verme en la obligación de andar apretujado en el metro... Pero del Transantiago seguiré hablando más adelante.

sábado, 16 de diciembre de 2006

Pinochet y el miedo

Cuando se elevó el helicóptero que transportaba el ataúd del general Pinochet, apenas terminada la ceremonia en la Escuela Militar, quedó en evidencia su miedo. El mismo miedo de todos los dictadores del mundo. Miedo a que les hagan lo mismo que ellos hicieron con sus adversarios políticos. Y de ahí los guardaespaldas, los automóviles blindados y las extremas medidas de seguridad.
Ni siquiera en el patio de honor de un recinto militar, el ocupante del ataúd estaba seguro. Los hombres de negro flanqueaban la cureña mientras los cadetes le rendían honores. Y tal como se transportó su cuerpo de noche, casi clandestinamente, desde el hospital hasta la capilla ardiente, luego el helicóptero lo llevó hasta el crematorio. Miedo a la calle, a la gente que camina libremente por las calles. Y hasta tuvo que renunciar al panteón que ordenó construir a fines de su régimen. Miedo a la tumba, terror a que mañana su esqueleto sea asaltado por el “enemigo”. A que lo hagan desaparecer como él lo hizo con los cuerpos de tantos prisioneros políticos.
(...)
Ese temor pinochetista es el que, ciertamente, entorpece la reconstrucción de una democracia que garantice los derechos de todos sus ciudadanos, que respete todo tipo de diversidades y que construya cimientos sólidos de justicia social, eliminando situaciones de pobreza que son tan inhumanas como impresentables.

Por Patricia Verdugo. El artículo completo se puede leer en http://es.arcoiris.tv/modules.php?name=Lettere&op=esteso&id=133

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Revivir la tortura

Fue un golpe. Bajo. Directo al corazón. Retrocedí treinta años y los volví a vivir. Eso me pasó al leer y escuchar los primeros comentarios sobre el Informe de la Comisión de Tortura.
Volví a tener un hijo de un año y otro de tres meses en mi vientre, a sentir miedo, a estar totalmente desamparada y a merced de personas que no conocía, que me amenazaban a mí, a mis hijos, a mi marido. El encapuchado que no sabía quién era, pero él sí me conocía, los tenientitos de uniforme que me despertaban a cualquier hora de la noche para "conversar", el Wally, que me contaba todos los días que había pasado a la casa de mi mamá a ver al "cachorro", que era lo mismo que decirme que mi hijo estaba en sus manos. La foto de la cédula de identidad de mi marido, ampliada, muy grande, entre las de otras personas para que les dijera si los conocía. Vomitar sangre y temer por la guagua. Y siempre con la vista vendada de cara a la pared.
Luego, el exilio. Quince años en un país que nos acogió, en el que mis hijos vivieron libres, en el que a veces fui feliz, pero en el que faltaba mi chilenidad. Me quitaron todo. Y el regreso en 1990. Recién ahí me di cuenta de todo lo que había perdido. Criar a mis hijos en su país, cerca de sus afectos, con su familia, crecer chilenos. Quince años sin poder trabajar, sin previsión y al volver darme cuenta que era demasiado vieja para conseguir el trabajo que me correspondía. Un trabajo que antes de partir tuve y en el que habría podido desarrollar y prepararme para que cuando tenga que jubilar lo pueda hacer decentemente. El entorno familiar desparramado por el mundo. Los mayores acá, sufriendo; algunos murieron sin que pudiéramos despedirnos.
Recién ahora me he atrevido a hablar de esto en la Comisión, pero no fui capaz de ponerlo en palabras. Me propuse contarlo todo, pero no fui capaz, sólo dejé constancia de donde estuve, entre quienes estuve y a quienes conocí. Y lo más importante, de quienes nos ayudaron, porque hubo gente que nos ayudó. A pesar de toda esa mierda, hubo dos personas, un sargento y un coronel (uno me conocía, el otro no) que tenían puesto el corazón donde corresponde.
¿Cómo se puede pensar que eso se puede reparar? ¿Con qué? ¿Se imaginan que me van a devolver esos quince años? ¿Piensan que existe un mecanismo mágico para retroceder el tiempo y poder volver a vivir esos años como me correspondía, como era mi derecho y el de mis hijos?
¿Qué se puede hacer con el dolor y con esos quince años?.

Por mi querida amiga Any. Mi admiración para ella por haber dejado tan bien escrito el sentido testimonio de su experiencia (Publicado además en "La Nación" en noviembre 2004)

Decente y consecuente, ¡qué bueno!

Que bueno que Pinochet se murió ahora y no seis meses antes. La presidenta Bachelet ha tenido una actitud consecuente y decente que me deja un sentimiento de tranquilidad. No son necesarios los discursos retóricos ni grandilocuentes cuando los hechos demuestran lo que se piensa. Tampoco es necesario hablar de más del muertito si todos sabemos lo que ella piensa de ese señor (y por más detalle, Belisario Velasco se encargó de recordarlo por su cuenta y riesgo).

Si no lo recuerdan, Lagos fue al funeral de Hugo Banzer a Bolivia, ¡¡que vergüenza!!, la brutalidad más grande que pudo haber hecho de las muchas cagadas que se mandó. Banzer, dictador sanguinario como Pinochet, Videla, Stroessner y los demás con los que montaron el Plan Cóndor de exterminio. A ese hijo-de-puta fue a despedir Lagos. Y con ese precedente, me temo que si Pin-8 se hubiera muerto en su gobierno, la actitud hubiera sido mucho más condescendiente con el pinochetismo.

Pero por suerte le tocó a Bachelet. A ella le podrán decir que es débil, que es callada o que le falta liderazgo, pero en este episodio, el más difícil que le tocaría enfrentar a cualquier gobierno, ha actuado con principios y con prudencia. Incluso la ministra Blanlot (que siempre he pensado que está en el puesto equivocado) tuvo una actuación digna y transparente en el complicado escenario de la Escuela Militar.

Espero que este evento, que sabíamos que llegaría algún día pero que todos esperaban que le toque al otro, sea el punto de partida para que el gobierno se asiente y Bachelet se dé cuenta que tiene un mérito que le da un valor distinto: tener principios, ser honesta y consecuente.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Hoy, 10 de diciembre del 2006

Ha muerto un criminal, un ladrón y un cobarde. Un criminal, por todas las barbaridades que encabezó en nuestro país. Un ladrón, porque permitió el despojo de Chile y guardó "algo" para su peculio personal. Y un cobarde, porque nunca enfrentó su responsabilidad como militar y dictador ante sus leales y los chilenos, sus errores y horrores. La historia lo condena y lo condenará siempre, luchó por la "libertad" y condenó al país al terror y la barbarie, luchó por la "justicia social" y logró millones de pobres y despojados. Luchó por una economía abierta y vendió al país miserablemente. Luchó por un país desarrollado y comercializó la vida del pueblo chileno y trastocó sus valores. Nada puede destacarse, todo es miseria humana.

Escrito y enviado hoy, 10 de diciembre, por mi amigo G.A.D.P.

sábado, 9 de diciembre de 2006

Escolar

La decisión del gobierno de Michelle Bachelet de autorizar el uso del carnet escolar las 24 horas del día es absoluta y totalmente correcta. Más aún, nunca debió dejar de ser así y no tenía que ser necesaria una revolución pingüina para que se restablezca, pero bueno, así fue.
Cuando uno es estudiante lo es todo el día. A la hora que está en clases, a la hora que va a estudiar donde un compañero, a la hora que va a saludar a la abuelita o a encontrarse con los cabros del lote pa ir al cine o tomarse un shop. No se es estudiante en clases y adulto el resto del día. Esa es una tontera inventada por los empresarios para ganar más, perjudicando de paso a los sectores de menos recursos que son los que deben movilizarse en locomoción pública.
Cuando yo estudiaba pagábamos escolar siempre, porque esa es la condición de uno: ser estudiante. Y ningún chofer tenía derecho a decirnos nada. Pero claro... la dictadura cambió parámetros y privilegió el tener y tener. Y a los choferes los hicieron creer que con los escolares pierden plata. ¿Acaso ellos no tienen hijos en edad escolar?